Hasta ahora los automovilistas y las plantas de energía con carbón han sido tenidos por los mayores contaminadores aire. Las emisiones que generan las muy generosas vacas son empero más nocivas, revela un estudio.
En Alemania hay 12.7 millones de vacas y 52.5 millones de vehículos, desde automóviles hasta ambulancias. Pero los ganaderos y labriegos tienen también su parte en el problema: “los campos abonados, los eructos y flatulencias de las vacas son causantes del 11% de los gases invernadero en Alemania”, según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
Por esta razón, dicha organización ambientalista propone lo siguiente: introducir un impuesto ecológico sobre las emisiones originadas por la agricultura (por ejemplo un impuesto sobre la colocación de abonos nitrogénicos) y la ganadería, e incluir a ambas ramas del agro en el comercio de derechos de emisión de CO2. Tanto a la agricultura como a la ganadería.
Los defensores del medio ambiente piden más cooperación de los campesinos, porque “la industria del campo no puede ser dejada afuera del problema climático”, dice Harald von Witzke, científico de la Universidad Humboldt de Berlín y uno de los autores del estudio presentado en la capital germana por el Fondo Mundial para la Naturaleza.
Metano y gas hilarante: gases residuales de la agroindustria
Según dicha organización, los gases emitidos por una sola vaca (111.7 kg de metano al año) son más nocivos que los producidos por un automóvil pequeño que recorra 18 mil kilómetros en un año, emitiendo 130 gramos de CO2 por kilómetro. “En la agricultura el problema principal no es el dióxido de carbono”, dice Witzke. Las emisiones de CO2 generadas por el funcionamiento de tractores y la fabricación de abonos vegetales son compensadas con la absorción de CO2 por parte de las plantas útiles. Aún así, la agroindustria alemana produce unos 65 millones de toneladas de gas hilarante y metano. El metano, producto residual de la digestión, es expulsado en grandes cantidades por los vacunos.
Si bien las cantidades absolutas de gases invernadero generadas por la industria agrícola y ganadera son comparativamente pequeñas, sus efectos nocivos para el cambio climático son inmensos: el gas metano es un gas contaminante de la atmósfera 21 veces más fuerte que el dióxido de carbono, el gas hilarante u oxido nitroso es incluso 310 veces más dañino.
¿Son las vacas las verdaderas culpables del calentamiento global?
Con cada ventoso de un rumiante se lanza metano a la atmósfera, un gas que, en efecto, calienta el planeta más de lo que lo hace el dióxido de carbono.
Mientras una oveja emite diariamente en promedio unos 25 litros de metano, una vaca lanza casi 280 litros de dicho gas. En países con mayor producción ganadera como Nueva Zelanda, por ejemplo, la contaminación ambiental generada por los rumiantes asciende al 50%.
El metano es el gas hidrocarburo alcano más sencillo y es incoloro e inodoro y apenas soluble en agua en su fase líquida.
En la naturaleza se produce como producto final de la putrefacción anaeróbica de las plantas, un proceso natural utilizable para producir biogás. El metano puede constituir hasta el 97% del gas natural. En las minas de carbón se le conoce como grisú y es muy peligroso por su facilidad para inflamarse.
De otra parte, el óxido nitroso o dinitrógeno se forma, entre otros, en condiciones anaeróbicas a partir de abonos minerales en el suelo. Este gas hilarante es un importante gas de efecto invernadero que emanado, más que todo, de cultivos de arroz, tiene una permanencia media de 100 años en la atmósfera. Al gas hilarante se le atribuye el 17% del efecto invernadero artificial. Además de atacar la capa de ozono, reduciendo el ozono a oxígeno molecular.
Ante tales perspectivas, ésta puede ser la hora decisiva de la agricultura y ganadería ecológicas. No en vano Tanja Dräger de Teran, del Fondo Mundial para la Naturaleza, recomienda su promoción por parte de Gobiernos y particulares.
La ciencia va al meollo del problema…
El tratamiento de las vacas para que reduzcan la producción de gases sería un gran aporte ecológico. En ello está empeñado el profesor Winfried Drochner, de la Universidad alemana de Hohenheim que promete bajar las emisiones de metano en una quinta parte con la ayuda de una cápsula que le impida eructar a los rumiantes. En Australia, por su parte, científicos trabajan en el traspaso de bacterias estomacales del canguro a las vacas. A cambio de metano, los canguros producen acetato que los animales reciclan como fuente propia de energía.
Vegetarianos y consumidores de productos de la agricultura orgánica son mejores amigos de la atmosfera
Entretanto y en vista de que sería utópico creer que toda la humanidad se vuelva vegetariana, el Ministerio Federal de Salud de Alemania recomienda aprender de los italianos cuya ración diaria de calorías la conforma sólo el 25% de fuentes animales, mientras la alimentación de los alemanes se compone en un 39% de carnes. Luego alimentarse más de ensaladas y verduras sería un aporte ambiental y, de paso, quedaría comprobado que no es necesario comer más carne para mantenerse con buen humor. Cuando estos alimentos provengan de la agricultura orgánica, un método que resulta en una más alta fijación del CO2 al suelo, el respaldo proambiental aún sería mayor.
Los funcionarios y cabilderos del llamado frente verde, la Confederación de Agricultores, están indignados.
En sus primeros comentarios, los representantes de la Confederación Alemana de Agricultores, no han refutado la relación causa-efecto sostenida por la asociación verde, pero han rechazado la comparación del efecto emisor de automóviles y reses como una “comparación de manzanas con peras“ – una figura retórica muy apreciada entre los alemanes.
José Ospina Valencia (Deutsche Welle – La Voz de Alemania) y CAI, a 6 de noviembre de 2007
Tomado de : Centro alemán de información.